Motor automático

Motor automático. Prenderlo y poner primera. Embrague, segunda. Embrague, tercera. Embrague, cuarta. Así una y otra vez. Con la facilidad y rapidez que una vez adquiriste.

Girar a la izquierda y a la derecha sin pensarlo. Porque las calles son iguales a las de siempre. Porque las calles no son nuevas. Porque las calles ya forman parte de tu memoria.

Esa memoria que te lleva hasta tu casa, que te impide tener un choque mientras manejas, que te da las instrucciones del café tal como te gusta todas las mañanas, que te hace guardar recuerdos de tu vida en alguna parte de tu ser, que te hace mirarte al espejo y no sorprenderte frente a un perfecto desconocido.

Esa misma memoria que en su capacidad de almacenar, también esconde su capacidad de eliminar lo nuevo. Asociarlo velozmente con algo viejo. Algo ya aprendido. La novedad, la sorpresa y la admiración, todas y cada una de ellas, reemplazadas por Don Automático y Doña Costumbre. Su compañía parece incontrolable e incluso básica en todo modo de vivir. De actuar, de sentir. ¿En qué momento las dejaste tomar el volante? ¿empezaste a identificarte con ellas y a dejarlas incorporarse en tu ser?

Girar a la izquierda o a la derecha pensándolo. Porque las calles son oportunidades, son colores, son momentos, son ritmos, son personas, son olores, son emociones. Porque las calles son diversidad. Cambian una y otra vez. Ellas siguen cambiando aunque parezca que no. Ellas siguen llevando un mismo cartel y un mismo nombre: Vida. Pero están en constante devenir, constante fluir. Lo único que quieren es a la novedad, a la sorpresa y a la admiración como motores de impulso. Si, lo que escuchaste, no motores automáticos; sino motores de búsquedas, de anhelos, de sueños.

Mery Paillot

Palabras inspiradas en el impulso creativo de Tarpur (canción "The journey" de Tom Misch)